martes, 30 de noviembre de 2010

Autorretrato de un hombre invisible



La luz del atardecer arremolinándose en torno a los charcos;

destello efímero que refleja

tu absoluta falta de importancia.


Te miras en el espejo

como el que mira el reloj sin ganas

y no es capaz de recordar la hora.


Tu propia mirada te traspasa

y a tu espalda puedes ver

las manchas en las baldosas.


Y sin embargo cuando te tocas

tu carne es consistente,

como si sólo estuvieses hecho

para vivir en el tacto.


Quizá si al menos gritaras

alguien podría escucharte.

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