Tengo una resaca de dimensiones cósmicas,
en la ceja una brecha cuyo origen no recuerdo,
la misma ropa con la que salí ayer de casa,
todo el humo de anoche adherido a mi pellejo.
Tengo ganas de que llegue mañana,
de que pasen cien años,
de haberme muerto.
Tengo el corazón en cuarentena,
el llanto a flor de piel,
la piel de repuesto.
Tengo una pena inalcanzable, un día gris,
un malestar que ya parece
formar parte de mi cuerpo.
Tengo un ejército de versos olvidados,
todas las camisetas llenas de agujeros,
ceniza por todas partes,
un par de amigos muertos.
Tengo el alma hecha pedazos,
la memoria en llamas,
el corazón en el dique seco.
Tengo este poema en prosa
que no acaba de encontrar el metro
atrapado a medio hacer
en la yema de los dedos.
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